La verdadera historia de tu empresa está en la mesa de tus empleados

A veces creemos que la historia de nuestra empresa se esconde en informes de resultados, en sinopsis de reuniones o en políticas de atención al cliente. E intentamos que sea eso lo que llegue a nuestros públicos: un porcentaje de cifras, de inversiones, de resultados. Un “Este año hemos batido récords”, “Hemos llegado a los objetivos que nos trazamos hace 5 años” o “Nuestra fundación ha aumentado su presupuesto un 5%”. Lo incluimos en nuestro vídeo corporativo, en nuestras presentaciones en PowerPoint y en cada una de las charlas que nuestro CEO imparte.

Y todo eso está muy bien. Nada que objetar. Pero la verdadera historia no está ahí: no dejan de ser datos, cifras, números.

La verdadera historia la tienes delante de ti, sobre la mesa de cada uno de los empleados que ha hecho posible que se consigan esos números. Incluso aunque no se hayan conseguido.

La foto de un niño pequeño que nos sonríe –cuánto cura la sonrisa de un niño-, una muñeca de trapo con un “Felicidades” escrito, un coche de modelismo a escala 1/16, una tarjeta firmada por todos los compañeros, la imagen de la pareja junto al teclado, una pequeña planta que se riega a diario –porque, de repente, todo el mundo es jardinero en potencia y sabe la dosis exacta de agua que necesita-, una bolsa de gominolas –siempre hay alguien que lleva gominolas a la oficina-, la postal de un lugar paradisíaco donde darse un chapuzón imaginario cuando las cosas no fluyen como debieran…

Cada una de esas cosas son los motivos que nos hacen levantarnos día a día para ir a trabajar y hacer que nuestra empresa vaya bien. Y créanme que esto es lo que las personas necesitan saber, la historia que quieren escuchar. Porque es la suya propia. La de todos.

¿Y tú? ¿Qué tienes sobre la mesa de tu escritorio de trabajo?

 

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2 Comments

  • He tenido tiempo de ver de todo. Creo que la situación más incómoda que he sufrido fue en una multinacional donde no se permitía tener nada en la mesa, al irte tenías que dejarla “limpia”, sólo con el teléfono, porque se encargaban de recordarte que no tenías un puesto fijo, sino que un día estabas aquí y otro en otro departamento. En mi opinión, eso lo único que provocaba era un desapego y una incomodidad que impedían que te reconocieras en la cultura empresarial.
    El caso más “llamativo” fue de una chica a la que le gustaba el té (tenía una taza y un calentador eléctrico de agua) a la que todo el mundo le regalaba variedades cada vez que volvían de un viaje. ¡Podria haber puesto una tienda con tanta bolsa de té!

    • Hemos debido estar en la misma empresa, Patricia. O en una muy parecida. Puedo llegar a entender que se exija un orden, ya sea por cuestiones de imagen, de estética, de productividad o como quieran llamarlo, pero tal punto de despersonalización me parece contraproducente.

      Es una de las primeras cosas en las que me fijo cuando voy de visita a una empresa, no sé realmente por qué. Me gusta buscar algún detalle de humanidad y lo encuentro en estas cosas. De hecho, aunque parezca una tontería, fue uno de los factores que hizo que me decidiera ir a trabajar a una empresa en Córdoba: los empleados tenían sobre la mesa muchos de estos detalles personales como CDs de música, dibujos propios, fotos del grupo en alguna fiesta, muñecos… Me dio muy buen rollo y no me equivoqué. A día de hoy, es la empresa donde más a gusto me sentí trabajando.

      Gracias por este paseíto por aquí. Siento no haberte podido ofrecer un té. 🙂

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